domingo, 22 de junio de 2008

SERVIR

Cuando alguien se encuentra en un momento de confusión, dolor o ante alguna pérdida, suelo recomendarle que realice alguna tarea de servicio. Esta práctica generosa nos pone en contacto otra vez con el amor, del que nos sentimos desconectados cuando transitamos algunos de estos momentos.
Servir a otro nos abre otra vez el corazón y nos saca del dolor.
Pero, ¿Cuándo estamos realmente sirviendo?
Lo hacemos cuando decidimos dar algo desde el corazón. Algo que tengamos o que sepamos hacer. Pero aún más importante, algo que nos haga felices.
Si damos con otra sensación que no sea la alegría, es que nos estamos sintiendo forzados, obligados o algo similar. Es decir, es nuestro ego quien ha decidido dar. Por eso es que debemos estar muy claros en que sólo podamos dar lo que tenemos. Si tenemos dinero será dinero, si tenemos tiempo será tiempo, si es una palabra, eso alcanzará.
Otras veces, intentamos dar de aquello que no hemos sanado y pertenecemos a asociaciones que defienden una causa que para nosotros están relacionadas con una pérdida o un recuerdo de tristeza. Y al hacerlo, sólo abrimos aún más una herida que no pudimos sanar.
Si queremos servir, debemos dar sólo lo que nos produce alegría. Y participar sólo de lo que nos despierta alegría.
Cuando demos, que sea lo que tenemos y valoramos en nosotros. Así nos sentiremos plenos al darlo. Y el cierre del capítulo será la plenitud. Terminamos nosotros mismos recibiendo el regalo que hemos dado.
Por eso es que no hay que hacer grandes cosas para servir.
Esta semana, preguntémonos. De lo que tengo o de lo que hago ¿Qué me hace feliz? Y compartamos eso.
Si cada uno de nosotros se guiara espontáneamente por esta pregunta, el mundo tendría abundancia y felicidad ilimitada.
Esta semana, empecemos nosotros.
Les aseguro que no quedará demasiado lugar para el dolor.

JB

LAS GANAS DE AMAR


Todo en la vida es Uno; todo lo que vemos existe en nosotros, en todos.

La sensacion de separación es un sueño, una ilusion...

La "otra persona" eres tú y, cuando le haces algo a "otros", te lo estás haciendo a ti mismo.

No hay nadie alla, o del otro lado, o afuera.

Todo lo que vemos es un reflejo, imágenes de nuestro interior.

Cuando luchamos y peleamos lo hacemos contra nuestro interno.

Cuando amamos, sólo estamos dándole amor a nuestro Ser.

Existe un solo Ser en todo el Universo: TODOS NOSOTROS.

Deten la incesante identificación con formas creadas por la mente.

Vuelve a la verdadera morada de tu Ser.

Todo lo que ves fuera de ti es un sueño.

En verdad, la separación no existe, salvo la creada por tu reticencia a aceptar la totalidad de tu Ser.

Las sombras sólo existen cuando le das la espalda a la Luz.

Destruye con coraje todo lo que ha sido hecho fuera de ti.

Renuncia a tus forcejeos contra lo que no deseas admitir.

No te postres ante ningún hombre, sólo ante Dios, que siempre ha vivido dentro de ti

Ama la Divinidad que habita dentro de todo y te liberaras de la esclavitud, de las distinciones artificiales. Contempla la Perfección detrás de la imperfección y con ella verás el Ser verdadero en ti y en tus hermanos.

Aquellos que enseñan la Verdad están capacitados para hacerlo, porque ven la Verdad. Aquellos que enseñan separación, ven excepciones y separacion donde no existen.

Conoce esta verdad, la única y verdadera realidad, y libérate de la tiranía de las imágenes, nada irreal existe, nada real puede ser amenazado.

jueves, 5 de junio de 2008

ES IMPOSIBLE VER DOS MUNDOS


La percepción es congruente Lo que ves refleja lo que pien­sas. Y lo que piensas no es sino un reflejo de lo que quieres ver. Tus valores determinan esto, pues no puedes sino desear ver aquello que valoras, al creer que lo que ves existe realmente. Nadie puede ver un mundo al que su mente no le haya confe­rido valor. Y nadie puede dejar de ver lo que cree desear.
Sin embargo, ¿quién puede odiar y al mismo tiempo amar? ¿Quién puede anhelar aquello que él no desea que sea real? ¿Quién puede elegir ver un mundo del que tiene miedo? El miedo no puede sino cegar, pues ésta es su arma: que no puedes ver aquello que temes ver. El amor y la percepción, por lo tanto, van de la mano, pero el miedo oculta en las tinieblas lo que se encuentra ahí.
¿Qué puede, entonces, proyectar el miedo sobre el mundo? ¿Qué puede verse en las tinieblas que sea real? La verdad se ve eclipsada por el miedo, y el resto es todo imaginado. Mas ¿qué puede ser real en las ciegas imaginaciones nacidas del pánico? ¿Qué es lo que quieres para que sea esto lo que se te muestra? ¿Qué ibas a querer conservar de un sueño así?
El miedo ha dado lugar a todo lo que crees ver: a toda separa­ción, a todas las distinciones y a la multitud de diferencias que crees que configuran el mundo. 3Ninguna de estas cosas existe. El enemigo del amor las inventó. Mas el amor no puede tener enemigos, de modo que no tienen fundamento, existencia o con­secuencia alguna. Se les puede atribuir valor, pero siguen siendo irreales. Se puede ir en pos de ellas, mas no se pueden hallar. Hoy no iremos en su busca ni desperdiciaremos el día buscando lo que no se puede hallar.
Es imposible ver dos mundos que no tienen nada en común. Si vas en pos de uno, el otro desaparece. Sólo uno de ellos puede permanecer. Ambos constituyen la gama de alternativas que tie­nes ante ti, más allá de la cual no hay nada que puedas elegir. Lo real y lo irreal son las únicas alternativas entre las que puedes elegir. No hay ninguna otra.
Hoy intentaremos no transigir allí dónde es imposible hacerlo. El mundo que ves es la prueba de que ya has elegido algo que es tan completamente abarcador corno lo es su opuesto: Lo que deseamos aprender hoy es algo más que la simple lección de que no puedes ver dos mundos. Esta lección enseña también que el mundo que ves es completamente congruente desde el punto de vista desde el que lo contemplas. ¡Es un sólo bloque porque pro­cede de una sola emoción, y su origen se ve reflejado en todo lo que ves.
En seis ocasiones hoy, llenos de gratitud, dedicaremos gustosa­mente cinco minutos al pensamiento que pone fin a toda transi­gencia y a toda duda, y las transcenderemos todas como si de una sola se tratase. No haremos miles de distinciones sin sentido, ni intentaremos conservar una pequeña porción de la irrealidad cuando consagremos nuestras mentes a hallar sólo lo que es real.
Comienza tu búsqueda del otro mundo pidiendo que se te con­ceda una fortaleza superior a la tuya, y reconociendo qué es lo que persigues. No deseas más ilusiones. Y te preparas para esos cinco minutos vaciando tus manos de todos los vanos tesoros de este mundo. Esperas la ayuda de Dios, según dices:

Es imposible ver dos mundos.
Permítaseme aceptar la fortaleza que Dios me ofrece y no ver valor alguno en este mundo, para así poder hallar mi libertad y mi salvación.

Dios estará allí, pues habrás invocado el formidable e infalible Poder que, lleno de gratitud, dará este gigantesco paso contigo. No dejarás de advertir Su agradecimiento expresado en una per­cepción tangible y verdadera. No dudarás de lo que contemples, pues aunque se trate de una percepción, no se trata de una de la que tus ojos por sí solos hayan visto jamás. Y sabrás que la forta­leza de Dios te respaldó cuando tomaste esta decisión.
Rechaza hoy de inmediato cualquier tentación que se presente, recordando simplemente la gama de tus alternativas. Pues lo que ves, y lo único que ves, es lo irreal o lo real, lo falso o lo verdadero. La percepción es congruente con tu elección, y según elijas, expe­rimentarás el Cielo o el infierno.
Acepta una pequeña parte del infierno como real, y habrás con­denado tus ojos y maldecido tu vista, y lo que contemples será ciertamente el infierno. No obstante, la liberación que te ofrece el Cielo sigue estando a tu alcance como una de las alternativas que puedes elegir para que ocupe el lugar de todo lo que el infierno quiere mostrarte. Lo único que necesitas decirle a cualquier parte del infierno, sea cual sea la forma que adopte, es esto:

Es imposible ver dos mundos.
Lo único que deseo es mi libertad y mi salvación, y esto no forma parte de lo que quiero

HOY SOY EL MENSAJERO



Déjame aquietarme y escuchar la verdad.
Si no le prestases atención a la voz del ego, por muy ensordecedora que parezca ser su llamada; si no aceptases sus míseros rega­los que no te aportan nada que realmente quieras, y si escuchases con una mente receptiva que no te haya dicho lo que es la salva­ción, podrías entonces oír la poderosa Voz de la verdad, serena en su poder, fuerte en su quietud y absolutamente segura de Sus mensajes.
Escucha, y oye a tu Padre hablarte a través de la voz que Él ha designado sea su Voz, la cual acalla el estruendo de lo que no tiene sentido y les muestra el camino de la paz a los que no pueden ver.
Aquiétate hoy y escucha la verdad. No te dejes engañar por las voces de los muertos, que te dicen que han encontrado la fuente de la vida y te la ofrecen para que creas en ella. No les hagas caso, antes bien, escucha la verdad.
Hoy no tengas miedo de eludir las voces del mundo. Sigue adelante con paso ligero más allá de su insensata persuasión. No les prestes oídos. Aquiétate hoy y escucha la verdad. Ve más allá de todas las cosas que no hablen de Aquel que tiene tu felicidad en Sus manos, y que te la ofrece con calidez y amor. Escúchalo únicamente a Él hoy, y no te demores más en llegar hasta Él. Escucha una sola Voz hoy.
Hoy se cumple la promesa de la Palabra de Dios. Escucha y permanece en silencio. Él quiere hablarte. Él viene a ti con milagros que son mil veces más jubilosos y más maravillosos que los que tú jamás hayas podido soñar o desear en tus sueños. Sus milagros son verdad. No se desvanecerán cuando al sueño le llegue su fin. Por el contrario, son los que darán fin al sueño; y perdurarán eternamente, pues proceden de Dios para Su Hijo bienamado, cuyo otro nombre eres tú. Repárate hoy para los milagros. Permite que hoy se cumpla la ancestral promesa que tu Padre te hizo a ti y a todos tus hermanos.
Óyelo hoy, y escucha la Palabra que levanta el velo que cubre la tierra y que despierta a todos los que duermen y no pueden ver. Dios los llama a través de ti. Él necesita tu voz para hablarles, pues, ¿quién sino el Padre podría llegar hasta el Hijo, llamándolo a través de tu Ser? Óyelo hoy, y ofrécele tu voz para que Él pueda hablarle a las multitudes que esperan a oír la Palabra que Él pronunciará hoy.
Estáte listo para la salvación. Está aquí, y hoy se te concederá. Y descubrirás cuál es tu función por medio de Aquel que la eli­gió por ti en Nombre de tu Padre. Escucha hoy, y oirás una Voz que resonará por todo el mundo a través de ti. El Portador de todos los milagros necesita que tú los recibas primero, para que así te conviertas en el feliz dador de lo que has recibido.
Así comienza la salvación y así termina: cuando todo sea tuyo y lo hayas dado completamente, permanecerá contigo para siempre. La lección se habrá aprendido. 3Hoy vamos a practicar lo que es dar, pero no de la manera en que lo entiendes ahora, sino tal como es. Los ejercicios de cada hora deben ir precedidos de esta plegaria de iluminación:
Me aquietaré y escucharé la verdad.
¿Qué significa dar y recibir?
Pregunta, y confía en que se te contestará. Lo que pides es algo cuya respuesta ha estado esperando mucho tiempo a que la acep­tes. Dicha respuesta representará el comienzo del ministerio para el que viniste, el cual liberará al mundo de la creencia de que dar es una manera de perder. De este modo el mundo se prepara para entender y para recibir.
Aquiétate y escucha la verdad hoy. Por cada cinco minutos que pases escuchando, mil mentes se abrirán a la verdad y oirán la santa Palabra que tú oyes. Y cuando la hora haya pasado, liberarás mil más que harán una pausa para pedir que la verdad les sea revelada tanto a ellas como a ti.
Hoy se cumple la santa Palabra de Dios cuando tú la recibes para darla, de manera que puedas enseñarle al mundo lo que significa dar, escuchándolo y aprendiéndolo de Él. No te olvides hoy de reforzar tu decisión de escuchar y recibir la Palabra, repitiendo el siguiente recordatorio tan a menudo como te sea posible:
Déjame aquietarme y escuchar la verdad.
Hoy soy el mensajero de Dios.
Mi voz es Suya para dar lo que recibo.